Al final, no era tan complicado. Era decidirse de una buena vez a dar vuelta la página. A no estirar lo inextendible. A tomar las cosas con más naturalidad, dejando que fluyan. Cuando uno comienza a forzar a la realidad para que ciertas situaciones ocurran, las cosas comienzan a no funcionar de manera natural. Y eso, no puede durar mucho. Eventualmente, las cosas siguen. No quiero decir con esto, que la vida está escrita y uno no pueda ir en contra de su propio destino. A lo que apunto es a aquellas situaciones que uno fuerza. Que aunque uno sepa que es difícil, complicado y en contra de muchas cosas, igual las lleva a que ocurran. Hay ciertos momentos en la vida, que uno debe dejar fluír lo más instintivo de las personas y que ello decida. En simples palabras: uno no puede forzar al amor.
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