miércoles, 30 de mayo de 2012

La cultura de lo inmediato

Hace poco tiempo, tuve una experiencia que me hizo analizar la actitud de las personas hoy en día. Estaba en mi bicicleta, yendo a dar una clase a domicilio. Me encontraba con el tiempo justo: en cinco minutos debía estar en la casa de mi alumno. Al cruzar la Avenida Rivadavia, oí un grito de ayuda. No era muy fuerte y se entremezclaba con los bocinazos y todos esos ruidos de ciudad que nos rodean. Al voltear, divisé a una señora no vidente que alzaba sus manos en busca de alguien que la ayudara a cruzar. Aunque la calle se encontraba llena de transeúntes, nadie siquiera le dirigió la mirada. Frené, retrocedí unos metros y le ofrecí mi ayuda a la mujer. Una vez del otro lado de la avenida, le pregunté hasta dónde iba —sólo una cuadra más adelante— y la acompañé hasta el lugar. A la señora no le alcanzaban los agradecimientos, dado que según sus propias palabras “jamás nadie le había hecho tal favor”. ¿Tal favor?


Por mucho tiempo no pude alejar esta escena de mi mente. Sentía una culpa enorme recaer en mí. En realidad, no en mí directamente, sino en la sociedad, de la cual, queramos o no, todos somos parte. Con sólo tres minutos de mi vida, pude ayudar a alguien y hasta generarle una alegría. ¿Acaso esos tres minutos modificaron el transcurrir de mi día? Tal vez sí, pero para bien. El hecho de haber podido ayudar a alguien me gratificó muchísimo.


Actualmente, la gente vive inmersa en un ritmo vertiginoso, provocado tanto por la vida en la ciudad, como también por un individualismo que se propaga de manera alarmante entre nosotros. Las personas viven como si cinco minutos pudieran cambiarles toda su vida. ¿Será sano no poder parar siquiera un segundo para reflexionar sobre nuestro accionar? Claramente no lo es y en nosotros mismos se haya la prueba. El famoso estrés existió siempre, pero hoy en día es el protagonista de la mayoría de nuestros males. Un gran número de enfermedades y problemáticas referidas a la salud son causadas por el estrés, pero ¿quién causa el estrés?


Por momentos, anhelo que toda la gente que habita esta ciudad (y tantas otras) se tomara unos minutos para pensar. Mirar hacia arriba y ver la hermosa arquitectura que nos rodea. Mirar hacia delante y no chocar a las personas que transitan junto a uno. Lamentablemente, la rutina es parte de nuestra vida diaria, pero podemos llegar a disfrutarla. Son solo pequeños cambios en nuestra actitud cotidiana los que hacen a un cambio en nuestra salud y en la de quienes nos rodean.

No hay comentarios.: