lunes, 2 de enero de 2012

It may work

Me jacto de ser una persona optimista y positiva. Verdaderamente lo soy y mucho más cuando se trata de los problemas de otro. Sin embargo, todos tenemos un momento de debilidad. El mío empezó el día que te conocí. Venía muy bien, tranquila, cada tanto triste, pero nada del otro mundo. Y desde que te conocí, comencé a flaquear. Lamentablemente, para año nuevo me agarró una angustia muy profunda. De esas que aunque uno ponga todo su empeño en disimularlas, simplemente no puede. Creo que con los años me volví cada vez más transparente. Ya no hay sonrisa que opaque mi triste mirada.

Pasé un sábado triste, en el que la comida y la visita de mi abuela fueron los ingredientes alegres. Además de prender la tele y que estuvieran pasando un tema del recital de Jamiroquai en Argentina (Deeper Underground). Luego, salida con amigos y sentirme sola en medio de una multitud. Encontrarme con un ex, que sólo pudo notar el hecho de que mis tetas crecieron abruptamente. Volver a mi casa temprano, escuchando música en el 146.

Un domingo deprimente. Los simpsons desde la cama all afternoon long. Por suerte, siempre hay un viejo amigo que reaparece y cambia las vibras. Que te invita unas flores, una Wasteiner y te hace sentir que valés un poco más. Despertarme hoy, agarrar ensalada de frutas y prender la tele para hacer zapping. Encontrar que están pasando Star Trek, la serie original. Emoción a granel (el otro día me dijeron "a granel" y no puedo parar de repetirlo).

Siempre habrá pequeños placeres que nos saquen la tristeza de manera momentánea. Y lo tuyo, de a poquito lo iré superando, como todo.

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