Levantarme a cualquier hora y no rendirle cuentas a nadie. Comer lo que me apetece a la hora que mi estómago lo requiera (o mi mente, talvez). Deambular desnuda y limpiar las cosas a mi tiempo. Ranchar y fumar cuando quiera. Volverme a cualquier hora de cualquier lado. Usar la cama para lo que fue diseñada en realidad. Disfrutar de la vida como debe hacerse. Eso es a lo que yo llamo
libertad. La libertad de que mis viejos se hayan ido de viaje.
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