sábado, 12 de julio de 2008

El Vagón

Las gotas chocaban contra los vidrios de aquel viaje que parecía no terminar jamás. Ya llevaba unas 4 horas de retraso, y la situación no solo no parecía mejorar si no que empeoraba a medida que los minutos corrían. Entre su malestar, su mal humor, y el maldito viaje, sentía que iba a estallar en cualquier momento. Iba rumbo a su casa, y lo único que quería era llegar a ella y estar con su familia, en su hogar, en su cama, tranquilo. Él no era el único, estaba junto a decenas de personas, que entre gritos y quejidos, pedían a dios que aquel tren llegara a destino, aunque sea ese mismo día. Y así fue que la vio por primera vez. Tan linda, tan liberada, tan llena de gracia, que era capaz de enamorar a cualquiera simplemente con mirarlo. Con esos ojos grandes, casi negros. Con esa mirada tan segura de si misma, seductora… ¿Seria posible enamorarse de alguien con solo haberlo visto dos segundos? Parecía ser la única en todo el tren que no se quejaba. Estaba allí parada junto a la puerta, con su mp3, parecía estar cantando en silencio. Estaba en su mundo, y lo que la rodeaba no demostraba importarle en lo más mínimo.

- Que envidia – pensó. – Ojala pudiese yo desconectarme de la realidad con tanta facilidad.

No podía dejar de mirarla, se le hacia imposible entender como entraba tanto encanto y seducción en una sola persona. Ella no miraba su reloj, no se quejaba, no miraba impaciente hacia la puerta. Solo miraba el suelo, y se movía al ritmo de su música. Llevaba el pelo recogido por atrás, simulando tener el pelo corto como un hombre. No llevaba casi ningún pelo en su cara, solo un cabello que se le infiltraba por el costado, y que ella muy sutilmente coloco detrás de su oreja…y lo vio. El noto que sus miradas se habían cruzado, y no sabia que hacer… ¿Debía sostenerle la mirada? Ella le sonrió con tal soltura que el se desarmo en ese mismo instante. Inevitablemente sus mejillas tomaron un color cercano al morado y tuvo que comenzar a mover las piernas para disimular su temblor. El solo le mostró una leve sonrisa, e inmediatamente volteo la vista hacia el otro lado. Luego miro de reojo hacia donde estaba la chica…y ya no estaba. ¿Cómo era posible? Solo había volteado la vista unos instantes y ella había desaparecido por completo. En un primer momento se imagino que el tren había parado y ella se había bajado, y que el no se había dado cuenta del freno simplemente porque ella lo había hipnotizado con la mirada… pero luego noto que todos los pasajeros seguían en sus mismos lugares, solo ELLA faltaba. No se atrevió a preguntarles a los pasajeros que se situaban junto a ella momentos antes. Simplemente dejo que aquella situación quedara en el pasado. El tren llego a su destino y él se bajó. Llego a su casa, donde su mujer y su hija lo esperaban. Finalizo su rutina diaria: cenó, vio el noticiero de la noche sin prestar la mínima atención a ninguna noticia y por último, durmió… pensando en aquel ángel que había visto, y soñó… soñó con ella, y con volver a percibir aquellos sentimientos que habían quedado aún, en el espeso aire de aquel vagón.

1 comentario:

Pablo Miralejos dijo...

gracias por tu comentario, me gustó también lo que escribiste. además veo que somos vecinos de Almagro. Bueno, mucha suerte, un beso