lunes, 10 de octubre de 2011

where to go


Cuando llegás a preguntarte a vos mismo por qué estás llorando... ahí empezá a preocuparte. Cuando uno no puede entenderse siquiera a si mismo. Cuando no podés entender por qué actuás de cierta manera o por qué decís tal o cual cosa. Cuando no entendés lo que tu propia mente te está queriendo decir. Cuando ya ni siquiera llegás a escuchar a tu corazón.

Sentís que tu alma y tu cuerpo no se encuentran. Que sos un aparato vacío, que funciona por inercia y que ni siquiera está bien programado. No sabés a donde vas o qué es lo que estás buscando. Fingís querer cosas que no podés ver con claridad. ¿Qué es lo que buscás? ¿Cómo vas a encontrarlo cuando ni siquiera sabés cómo es en realidad?

Sin rumbo, pero caminando. Arrastrando por el camino, más problemas. Más preguntas sin responder. Más nudos sin desatar. Más misterios por descubrir. Pero aún no podés descubrirte a vos mismo. No podés terminar de destaparte, de conocerte.

Talvez todo sea más simple de lo que parece y las respuestas siempre estuvieron tan a tu alcance que ni siquiera pudiste verlas. O quizás la solución sea irme bien lejos a buscar en otro lado. Por ejemplo, acá:


No hay comentarios.: