Miro hacia atrás y me da gracia verme en esta situación. Años atrás, sólo quería conocer al amor de mi vida. A esa persona que me enamorara y estuviera enamorada de mí. Ese amor mutuo tal como lo mostraban las películas. Obviamente, nunca lo encontré y de ahí salía toda mi depresión. Era una piba feliz en todos los aspectos, pero llegaba a mi casa y lloraba por no tener un novio que me amara y me abrazara cuando me peleaba con mis viejos.
Después, empezó la época en la que conocí gente. El problema de parte mía estaba resuelto: yo sí me enamoraba (por así decirlo). Pero todos sabemos que las relaciones son de a dos y por ahí venía el problema. Nunca lograba que la otra persona sintiera lo mismo que yo.
Y tal vez por todo esto fue que me negué totalmente a volver a sentir esas cosas. Ese bloqueo en tu mente, cuando conocés a la persona indicada. Cuando no querés más que verlo, abrazarlo y quedarte así por el resto de tus días. Que todo te recuerde a la persona, una canción, una película. Ese amor sincero y total que jamás logré compartir y que hoy, ni siquiera puedo sentir.
Pero ahora estoy en una especie de limbo. Quiero y hasta tal vez puedo volver a sentir algo por alguien. Sin embargo, dudo demasiado. ¿Y si pasa lo mismo de siempre y vuelvo al pozo del que logré ya salir? ¿Y si me estoy equivocando de persona? Siempre pensé que el que no arriesga no gana y lo mantengo. Pero el panorama no está para nada claro. Sí, quiero tirarme a la pileta, pero ¿qué hago si esa densa niebla que tengo adelante nunca se va? Sin ver bien, las posibilidades de romperme la cabeza contra el borde aumentan muchísimo. Admitamoslo: tengo miedo, mucho miedo. Tengo pensamientos confusos y contradictorios todo el tiempo y no tengo idea de que voy a hacer. Me intento dejar llevar por mis impulsos, pero hasta ellos se sienten intimidados.
Sigo pensando también, que en una de esas la mejor opción sea esperar a las vacacaciones. Irme lejos y ahí conocer a alguien que me saque de este lío.
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