domingo, 13 de junio de 2010

1 + 1 = 2


.
Ayer se cumplieron 2 meses de aquél día. Esa noche que viniste hasta la puerta de mi casa a visitarme. Que nos quedamos charlando por horas sin darnos cuenta de que el tiempo estaba pasando. Días anteriores, se había barajado el hecho de que queríamos estar juntos, pero hasta ahí habían llegado las palabras. Pero en esas palabras había algo más. Todo aquello estaba cargado de una connotación que logré ver, pero cautelosa esperé que me dieras indicio de ello. Finalmente esa noche lo hiciste. Ese día ya te había visto por la tarde en mi casa, pero no nos alcanzó. Queríamos más. Nos estábamos dejando llevar por lo que sentíamos, por lo que el cuerpo y el corazón nos indicaran. Simplemente hacíamos aquello que nos diera ganas hacer. Y justamente, eso fue estar juntos.
Balbuceabas y repetías que querías estar conmigo, en mil formas diferentes de redactarlo. Yo también quería estarlo, y no estaba rechazándote, pero algo adentro tuyo oprimía aquellas palabras que tanto querías decirme. En cierta forma, querías lograr que yo lo dijera, pero no lo hice. A mí no me invadían los nervios ni mucho menos, estaba tranquilísima y muy cómoda con vos, con la charla amena que veníamos llevando. En cambio, podía notar en tus ojos la felicidad de estar conmigo, pero la impotencia de no poder decir aquello que tanto querías que oyera. Te invadía el miedo de no saber mi respuesta. Te aterraba el hecho de pensar que talvez podría darte una respuesta negativa. No querías pensarlo, no querías analizarlo.. simplemente querías que pase ese momento, y estar seguro de que yo iba a aceptarte. Yo notaba todo esto, pero sabía que no iba a decir nada. Iba a esperarte, sino lo decías esa noche, lo ibas a decir en otro momento. Y si no lo hubieras dicho nunca más, por algo iba a ser. Me reía, te abrazaba y te daba todo el lugar para que hables, y se te escape.
Llegó el momento que nunca nadie quiere. Sí, se hizo tarde. Te tenías que ir, yo tenía que subir a mi casa, y el tiempo se te estaba acabando. Te dije la hora, dándote una suerte de ultimatum para que concretes eso que tanto habías amagado durante esas 2 horas en la puerta de mi casa.
Y pasó. Lo dijiste. Tímidamente, y sin mirarme a los ojos, sino más bien escondiéndote sobre mi cuello. Esa palabra clave, escapó entre tus labios y llegó rápidamente a mi oído, que se encontraba tan próximo a tu boca que pude sentir el suspiro continuo a aquello que habías dicho. Ese suspiro que denotaba aquel peso que había salido de vos. Lo habías largado, ya no había vuelta atrás. Todo lo que quedaba ahora era esperar ver mi reacción. Mi cara, mis gestos, mis palabras.
Respondí con una sonrisa de oreja a oreja como de costumbre, y pude ver el brillo de tus ojos, en señal de aquella felicidad que supongo yo, sentiste. Sabíamos los dos que era muy rápido, que era impulsivo. Sabíamos que hace muy poco que nos estábamos viendo, que no nos habíamos terminado de conocer ni mucho menos. Podíamos quedarnos otras 2 horas analizando todas las posibilidades de que aquellos a los que nos estábamos lanzando podía salir muy mal. Pero preferimos olvidarnos de todo eso, obiarlo, y hacer lo que quisiéramos.
En este caso, comprometernos a estar juntos, el uno para el otro, y con nadie más. Eso a lo que vulgarmente suelen llamar noviazgo.

2 comentarios:

bárbara ramone dijo...

de mera casualidad encontré tu blog. sos hermosa ani ♥ bar (:

virgin suicide dijo...

ay :$ jajaja que piola ahora todostenemos blog y podemos conocer el lado escondido de la gente :B vos también sos hermosa gila ♥